martes, 31 de mayo de 2011

Jazznécdota #15: El reparto

Hace año y medio, tras actuar en un pequeño y encantador club del centro de Madrid, el dueño me pagó la actuación. Como me pareció bastante grosero repartir el dinero a los músicos en la barra, delante de la gente, insté a mis compañeros a ocupar el espacio del escenario, resguardado al fondo del local en una zona invisible desde la barra y desierta en ese instante.

No conté con la cámara de televisión que ofrece los conciertos al público de la barra, que seguía encendida y que, impertérrita, retransmitió en directo nuestro reparto monetario a todos los presentes.

martes, 17 de mayo de 2011

Jazznécdota #14: Anuncios

Merece la pena echar un vistazo a los tablones de anuncios de locales de ensayo. Recuerdo carteles de búsqueda de músicos, en mis tiempos heavies, donde se hacía hincapié en que el solicitante tuviera un mínimo perfil profesional ("se busca cantante con equipo", "se busca guitarrista con ampli"). Hace unos días ensayé en una escuela de música madrileña, y encontré estas dos perlas:

"Se buscan músicos (...). Aceptamos todo tipo de instrumentos (incluyendo vocalistas)". Vaya, eso sí que es aceptar todo tipo de instrumentos...

"Se vende bombardino (...). Ha pertenecido a un adolescente que apenas lo ha tocado, no ha salido a la calle y no tiene ni una abolladura". ¿El bombardino o el adolescente?

martes, 3 de mayo de 2011

Jazznécdota #13: La boda

Ya comenté en otra ocasión el trato dispar que recibimos los músicos en las amenizaciones. En esta ocasión me referiré a una boda acaecida hace dos veranos en una finca toledana. Sol, calor y moscas adornaban nuestro jazz mientras luchábamos contra la deshidratación gracias a unas botellas de agua que conseguimos lidiando por nuestra cuenta con el personal del bar.

Acabada la actuación, visiblemente cansados, el novio y un amigo suyo, quien nos contrató, se acercaron a pagarnos y a felicitarnos por la música. Al final de la conversación el novio posó su mano sobre el hombro del pianista y pronunció un "Bueno..." que en nuestras mentes se completaba con "Bueno... ¿queréis pasar a tomar algo?".

La frase fue "Bueno... ¿sabéis volver a Madrid, verdad?".