Ya comenté en otra ocasión el trato dispar que recibimos los músicos en las amenizaciones. En esta ocasión me referiré a una boda acaecida hace dos veranos en una finca toledana. Sol, calor y moscas adornaban nuestro jazz mientras luchábamos contra la deshidratación gracias a unas botellas de agua que conseguimos lidiando por nuestra cuenta con el personal del bar.
Acabada la actuación, visiblemente cansados, el novio y un amigo suyo, quien nos contrató, se acercaron a pagarnos y a felicitarnos por la música. Al final de la conversación el novio posó su mano sobre el hombro del pianista y pronunció un "Bueno..." que en nuestras mentes se completaba con "Bueno... ¿queréis pasar a tomar algo?".
La frase fue "Bueno... ¿sabéis volver a Madrid, verdad?".
No hay comentarios:
Publicar un comentario