martes, 25 de junio de 2013

Reflexión #8: Sueño

Me gustaría que a la gente le gustara el jazz, que lo apreciara, que lo amara como yo lo amo. Me gustaría que los clubes estuvieran llenos de jazz, que las radios estuvieran llenas de jazz, que los iPods estuvieran llenos de jazz. Me gustaría que la gente dejara de charlar en las bodas para escuchar al grupo que ameniza, que el jazz deje de ser una música de fondo (que la música deje de ser de fondo), que hubiera más gente en las salas de música en directo, que la escena no solo fuera de músicos, sino también de público. Me gustaría que conocieran a los monstruos del género y entablasen discusiones sobre su importancia histórica. Me gustaría que cuestionaran el cartel de los grandes festivales con el criterio que a veces le falta a los programadores. 

Muchos creen que los músicos de jazz somos unos freaks y unos snobs. Muchos creen que somos unos vagos sin oficio ni beneficio (si intentasen hacer sonar una sola nota acabarían con ese prejuicio para siempre). Muchos creen que el jazz no es importante. Nosotros no creemos que lo sea: lo sabemos.

Tengo un sueño. Yo también tengo un sueño. Sueño con jazz. Sueño con más jazz. Sueño con jazz por todas partes. Sueño con miles de músicos hablando, expresándose, trabajando. Sueño con millones de oyentes ensimismados. Sueño. Y no porque no se cumpla mi sueño voy a dejar de soñar.

martes, 11 de junio de 2013

Jazznécdota #43: Los cuartos

En muchos temas de jazz, especialmente en los más rápidos y animados, hay un intercambio de pequeñas improvisaciones entre los instrumentos solistas y la batería. Generalmente dichas improvisaciones duran cuatro compases, por lo que este diálogo es conocido como "hacer cuatros" (trading fours). En algunas ocasiones se deja más espacio a los solistas, intercambiando grupos de ocho compases en vez de cuatro ("hacer ochos", trading eights). Es un procedimiento habitual y todo músico de jazz lo conoce e interpreta sin problemas.

Bueno, no todos. Recientemente se pudo escuchar en la barra de un club a una estrafalaria cantante, habitual de la escena madrileña, comentando lo siguiente tras unos ochos: "estos «cuartos» son más largos, ¿no?".

martes, 22 de enero de 2013

Jazznécdota #42: Confirmado

Hace unos años un club de jazz de Madrid cambió de dueño. Ante la posibilidad de apalabrar un concierto en la sala, un guitarrista de jazz fusion entabló conversación con el nuevo propietario quien, sin saber qué estilo tocaba, le dijo: "En este local solo va a sonar swing y be-bop". Y añadió despectivamente: "Quien quiera hacer fusión que se vaya con Pat Metheny". Al rato otro compañero preguntó al guitarrista por las negociaciones, recibiendo la siguiente respuesta:

 Me ha confirmado.
 ¿Te ha confirmado una fecha de concierto?
 No, me ha confirmado que nunca tocaré aquí.

martes, 8 de enero de 2013

Jazznécdota #41: El avión y la guitarra

Los músicos llevamos mucho tiempo quejándonos, y con razón, del maltrato al que somos sometidos cuando intentamos viajar en avión con nuestras herramientas de trabajo. Discusiones, pago de suplementos e instrumentos dañados son moneda de cambio habitual.

La legitimidad de nuestra protesta, no obstante, depende de un comportamiento que siempre debe ser ejemplar. No ocurrió así hace unos días: en pleno vuelo transoceánico, con las ventanillas bajadas y casi todos los pasajeros durmiendo, un guitarrista extrajo su instrumento de la funda y empezó a abordar temas de Paco de Lucía acompañados de una didáctica explicación, a modo de master class improvisada a 10.000 metros de altitud. Por fortuna un miembro de la tripulación le supo callar a tiempo. 

Que no se vuelva a repetir.

martes, 11 de diciembre de 2012

Jazznécdota #40: Lapsus linguae

¡Cuándo aprenderán idiomas los españoles! En inglés fagot se dice "bassoon". Con la palabra "faggot", de escritura y sonoridad cercana, los angloparlantes se refieren despectivamente a los homosexuales. Cierto fagotista, desconocedor de tales connotaciones lingüísticas, se presentó en un ensayo en Holanda diciendo, ante el asombro de sus compañeros: "Hello, I'm the faggot!" ("¡Hola, soy el maricón!").

No menos asombro debieron sentir los familiares de una niña que, dispuesta a ofrecer su concierto de fin de curso a dúo con su profesor, fue presentada del siguiente modo: "En la siguiente actuación la alumna toca el violín y su profesor la viola".

martes, 27 de noviembre de 2012

Jazznécdota #39: Tecnología

La vigente era tecnológica también ha afectado a los músicos. Aparte de secuenciadores, pedales de efectos y dispositivos varios, somos muchos los que utilizamos programas de ordenador para escribir nuestras partituras. Aunque a veces no son sencillos de utilizar, el resultado se entiende mejor que el de una partitura manuscrita y la actualización es más simple.

Un saxofonista con el que toco habitualmente siempre se ha caracterizado por escribir a mano unas partituras muy claras y fáciles de leer. Recientemente me comentó que a partir de ahora iba a hacerlas por ordenador. "¿Te has instalado un programa de edición de partituras?", le pregunté. Su respuesta fue: "No, me he comprado un scanner".

martes, 13 de noviembre de 2012

Reflexión #7: Actuar en condiciones

El colectivo de los músicos de jazz está tan fragmentado como individuos incluye. Siempre se dice que en España hay 46 millones de seleccionadores nacionales de fútbol. En el mundo del jazz cada intérprete es una visión del mundo, con sus motivaciones, sus razones, sus causas y sus consecuencias. Tamaña diversidad es más que bienvenida cuando de improvisar música se trata, pero genera una comunidad desunida donde cada uno toma el camino que considera oportuno.

Uno de los temas de discusión habituales es en qué condiciones tocar en directo. Algunas salas (cada día menos) garantizan un importe fijo por músico o por grupo, con independencia de la cantidad de público que haya. Otras pagan "a comisión" o "a puerta", asignando a los artistas un porcentaje sobre las consumiciones del respetable, o bien el importe del suplemento de concierto. Hace unos años esta última modalidad quedaba relegada a músicos aficionados con pocas actuaciones y, por ende, capacidad de convocatoria popular. 

Como todos sabemos, los tiempos han cambiado, hasta tal punto que incluso grandes festivales como el de Madrid están optando por el pago variable. En algunos casos rechazar una actuación a comisión equivale a no tocar. Por otro lado aceptar siempre estas condiciones degrada la escena. ¿Deben los músicos ofrecer una propuesta atractiva para el público potencial o debe primar la independencia? ¿Es el local el responsable de la promoción o al músico se le mide por la cantidad de gente que puede traer a sus conciertos? En la batalla entre trabajo y dignidad los hay que combinan ambas visiones con mesura, pero esta depende de quién la tome. ¿Puede un jazzman estar meses sin actuar? ¿Es inteligente rechazar un trabajo que otro hará con total seguridad? ¿Implica esta actitud algún cambio de operativa por parte de las salas? Y, por otro lado, ¿es justo enfrentarse a tanta incertidumbre tras años de estudio y práctica? ¿Merece la pena arriesgar instrumentos de coste considerable sin garantías de que el trabajo sea reconocido? ¿No estará el dueño del local haciendo negocio sin tomar riesgos a costa de la ilusión de los músicos?

El debate no es conclusivo, pero cuenta con puntos de inflexión. Uno de ellos lo puso hace unos días Guillermo McGill, excelente batería y percusionista uruguayo-barcelonés. No se lo pierdan: http://www.aireflamenco.com/noticias/1289-guillermo-mcgill-explica-por-que-suspende-su-concierto-en-el-festival-de-jazz-de-madrid.

Por muy objetivo e imparcial que intente ser en esta reflexión, no puedo dejar de dar mi más sincera enhorabuena al maestro McGill y desearle mucha suerte.

martes, 30 de octubre de 2012

Jazznécdota #38: Antes muerta que sencilla

Impartir clases suele ser una fórmula de ingresos habitual para la mayoría de los músicos de jazz. Aparte de conocimientos de teoría, a veces (solo a veces, por suerte) se requieren capacidades sociales para lidiar con alumnos díscolos. Los hay que no estudian, los hay que no estudian correctamente, algunos ponen excusas de lo más variopinto y otros son simplemente intransigentes.

Contaba un saxofonista que un día se presentó en su casa una nueva alumna con un piercing en el labio inferior, un aro que lo rodeaba por su parte central. Instada por el profesor a despojarse del metálico complemento para poder comenzar la clase, la alumna se negó. El saxofonista le explicó, pacientemente, que ambos labios deben apretar la embocadura del saxofón, que la caña que se introduce en la boquilla es una pieza de madera y que la presencia del aro la deformaría y dificultaría la emisión de sonido. La muchacha preguntó si no podría tocar el instrumento de lado, embocándolo por la comisura de los labios.

Fue su primera y última clase.

martes, 16 de octubre de 2012

Jazznécdota #37: Eu ía ben

La música es comunicación. Algunos no lo entienden y se esfuerzan en imponer su criterio contra viento y marea, en llevar la razón aunque ello implique daños irreparables para la producción artística.

Contaba un pianista gallego que, hace años, una orquesta de temas populares (despectivamente llamadas "de pachanga") daba un concierto en su tierra y, en uno de los temas, el cantante entró a la melodía final antes de tiempo, concretamente un compás antes. La mayoría de los instrumentistas se dieron cuenta del problema y también se adelantaron un compás para acoplarse a la interpretación del vocalista, pero el batería siguió tocando como si nada hubiera pasado. Al final del tema todos los músicos acabaron a la vez excepto el batería que, como era de esperar, finalizó un compás tarde. Ni corto ni perezoso, se levantó de su banqueta y exclamó: "¡eu ía ben!" (en gallego, "yo iba bien").

martes, 2 de octubre de 2012

Jazznécdota #36: Dos huevos

Disculpen lo infantil de esta jazznécdota, pero así sucedió y créanme que pocas veces me he reído tanto. El sábado pasado amenicé una boda con un cuarteto de jazz sin batería (voz, saxo, piano y contrabajo). Al interpretar "Bésame mucho" convertimos su ritmo original de bolero en un cha cha cha y, ante la ausencia de instrumento percusivo alguno, el saxofonista me comentó: "se echan de menos unas maracas o algo así". La cantante disponía de unos egg shakers, instrumento de percusión cuyo efecto es similar al de una maraca, pero con forma de huevo. Al escuchar el comentario del compañero, dijo en voz alta: "¡Tengo huevos!", a lo que el saxofonista replicó: "¡Qué desilusión!". Sin inmutarse, como queriendo no darse por enterada de tan obvio comentario y centrada en resolver con seriedad el problema musical que se nos planteaba, le respondió: "¡Tengo dos!". Las carcajadas fueron tan estruendosas que por poco tuvimos que dejar de tocar.

martes, 18 de septiembre de 2012

Jazznécdota #35: La hamburguesa

Hace unos días amenicé un cumpleaños en un chalet con un cuarteto de jazz. Antes de empezar a tocar, el batería abrió parte de la cremallera de su mochila para tomar de ella algún enser, dejándola entreabierta. En el descanso de la actuación fuimos a la parte trasera de la casa para disfrutar del catering. A la vuelta encontramos la mochila tumbada en el suelo con su cremallera aún entreabierta. El contenido estaba intacto a excepción de una hamburguesa que el batería pensaba cenar una vez acabado nuestro trabajo. La mascota de la casa, un afable perro salchicha, la había extraído de la mochila con sumo cuidado, había retirado el papel que la cubría y la estaba degustando cual gourmet

martes, 4 de septiembre de 2012

Jazznécdota #34: Lágrimas negras

El gimnasio de los músicos de jazz es la jam session. En ella se practica, se arriesga, se establecen contactos profesionales y se afianzan relaciones artísticas. La jam session también nos ha servido a todos para dar nuestros primeros pasos, para balbucear nuestros primeros standards e ir perdiendo el miedo al formato de la improvisación.

La primera vez que subí a una jam se interpretó "Lágrimas negras", composición de Miguel Matamoros que estaba por entonces de moda gracias a su soberbia interpretación por parte de Bebo Valdés y Cachao en la película Calle 54 (de Fernando Trueba) y, posteriormente, a cargo del primero junto al cantaor flamenco Diego El Cigala. El tema está escrito en cuatro por cuatro, es decir, cuatro tiempos por compás. Imaginen si estaría nervioso que empecé a tocarlo en tres por cuatro, como si fuera un vals. Mis compases avanzaban más rápidamente que los del resto del grupo, mis acordes adelantaban a los del guitarrista. Los compañeros me hacían ostensibles señas para marcarme el tiempo, pero yo era incapaz de acoplarme a su pulso.

Tras más de seis minutos de sufrimiento lo último que me apetecía era volver a una jam session. El destino quiso que acabara tocando todos los martes en una, la de Segundo Jazz, y precisamente hoy cumplimos seis años. Se acabaron las lágrimas negras.

martes, 21 de agosto de 2012

Chistes de músicos (III)

Vuelve el verano y vuelven los chistes. Dicen que los músicos de jazz somos cotillas y siempre estamos criticándonos entre nosotros. ¿Será cierto?:
  • Se encuentran dos músicos de jazz:
    - Hombre, Pepe, cuánto tiempo sin verte. ¿Cómo te va?
    - Fatal, acabo de divorciarme y estoy arruinado.
    - Vaya, no lo sabía. Lo siento.
    - Además el médico me ha detectado un problema muscular que no me permite tocar bien.
    - Qué mala suerte, no tenía ni idea.
    - El disco que iba a grabar con la big band se ha cancelado.
    - Qué desastre, la verdad es que no sabía nada.
    - Y anoche me subí a una jam session y toqué fatal.
    - Pues mira, eso sí, eso sí me lo habían contado.

martes, 3 de julio de 2012

Jazznécdota #33: Saberse el arreglo

Hace ya bastantes años, un amigo guitarrista se encontraba inmerso en una jam session en la que estaban intentando tocar unos temas con arreglos (no como todo el mundo sabe tocar los standards de jazz, sino siguiendo al pie de la letra una serie de variaciones incluídas en la partitura). Dos jóvenes negros, saxo alto y trompeta, se acercaron al escenario con intención de incorporarse a la jam, pero los músicos nacionales se lo impidieron, ya que "no se sabían el arreglo".

Acababan de echar a Roy Hargrove y Antonio Hart.

martes, 17 de abril de 2012

Jazznécdota #32: Sin papeles

¿Para qué cargar con papeles? Cada vez es más habitual que los músicos lleven a sus conciertos lectores de libros electrónicos, tipo iPad o Kindle, cargados de ficheros repletos de partituras. Algunos, de momento, utilizamos nuestros teléfonos móviles inteligentes –smartphones los llaman– a tal fin. La pantalla no es muy grande, pero sirve para un apuro.

Hace unas semanas me encontraba en plena jam session, leyendo en mi móvil los acordes de un standard, cuando, a pesar de lo tarde que era, ocurrió lo inevitable: recibí una llamada. El volumen del móvil estaba silenciado, pero la partitura desapareció de la pantalla y tuve que dejar de tocar durante unos segundos, para desesperación del saxofonista.

martes, 3 de abril de 2012

Jazznécdota #31: El cliente siempre tiene la razón

La jazznécdota #29 me hizo recordar innumerables ocasiones en las que, dueños de locales aparte, el público nos ha arrancado una cara de sorpresa, a veces por ignorancia, a veces con malas maneras, a veces con candor y buen propósito. En un club de jazz madrileño bastante grande, y a pesar de la escasa entrada que presentaba, un día se sentó un grupo de gente en la mesa más cercana al escenario y, al cabo de un rato, preguntó al camarero si el grupo podía tocar más bajo, ya que no escuchaban su conversación. Por supuesto fueron instados a sentarse en otra parte del local. Bastante más expeditivo es el dueño de otro club del centro, que no duda en llamar al orden a la clientela cuando el volumen de su charla es irrespetuosa para con el trabajo de los músicos. Recientemente le vi expulsar a un espectador díscolo.

A un amigo pianista que amenizaba un evento de empresa se le acercó un comensal espetándole que si "podía poner otra música". Mejores intenciones tenía una anciana que, en plena cena arrullada a ritmo de jazz, se nos acercó con la siguiente petición: "¿Podéis tocar «Granada»?". El trombonista salió del aprieto con elegancia: "Por supuesto. Si nos trae usted la partitura, estaremos encantados de interpretarla".

martes, 20 de marzo de 2012

Jazznécdota #30: La cena

Hace años, tocando en un pueblo de Ávila, tras la prueba de sonido un hombre se acercó y nos dijo: "Sois los músicos, ¿no? Venid conmigo, que la cena es aquí". Nos llevó a un restaurante en la misma plaza del pueblo, a escasos metros del escenario, y empezó a sacar raciones de lomo, chorizo, morcilla... sin mediar palabra. Convencidos de que formaba parte de la organización, disfrutamos de tan calórica cena. La hora de comienzo del concierto se acercaba, y el hostelero seguía trayendo comida a nuestra mesa mientras decía: "No os preocupéis, que aquí todo empieza tarde. Seguro que todavía no hay público".

Tamaña fue nuestra sorpresa cuando:
  1. Nos cobró la cena, y nada barata.
  2. Al salir del sitio encontramos la plaza llena de gente impaciente y visiblemente enfadada por el retraso en el comienzo del espectáculo.
Entre insultos, miedo e indignación empezamos a tocar.

martes, 21 de febrero de 2012

Jazznécdota #29: Tocas demasiado bien

Hace poco contaba en Facebook un saxofonista que, contratado para amenizar cenas a saxo solo en un restaurante malagueño ("miércoles de jazz"), tras una hora de trabajo la dueña le dijo: "Tocas demasiado bien para este sitio, estás captando la atención de los clientes y esto no nos interesa, además dos de ellos se han quejado de que suene el saxo-jazz, prefieren una música más chill-out de fondo que les permita conversar sin que les moleste".

¿Elogio, reproche, ignorancia o simple falta de vergüenza? Con este tipo de "gestores culturales", por desgracia, tenemos que vernos las caras en más de una y en más de dos ocasiones.

martes, 24 de enero de 2012

Jazznécdota #28: La ONCE

En un pueblo de Castilla la Mancha, tras una actuación de una orquesta de la ONCE, el gerente de la sala sin darse cuenta, aparentemente, de que los músicos eran ciegos manifestó su deseo de no volver a contratarles, ya que "se han meado fuera y han puesto el baño perdido".

martes, 10 de enero de 2012

Jazznécdota #27: Una cerveza, por favor

Cómo las gastan algunos. En los clubes de jazz de Madrid es habitual que los músicos, cobren lo que cobren, dispongan de un par de consumiciones por parte de la casa. A partir de la tercera empiezan las negociaciones, de las que el local suele salir triunfador.

Hace unos días, en un famoso club de Nueva Orleáns, tuve la oportunidad de presenciar una animada charla entre el camarero y los miembros de un, también, famoso grupo de jazz justo después de su concierto. Antes de que llegaran a la barra el camarero les dijo: "¡la respuesta es no!", a lo que el bajista replicó jocosamente: "y cuando dices no quieres decir sí, ¿verdad?". El barman zanjó la discusión con un: "cuando digo no quiero decir..." acompañado de un gesto internacional consistente en levantar la mano con el dedo corazón extendido. Acabaron pagando sus cervezas.

martes, 27 de diciembre de 2011

Jazznécdota #26: Las tablas

Me contaba un guitarrista que, hace años, tocando con un grupo de versiones en un pueblo de Guadalajara, notó cómo parte del escenario se levantaba violentamente. Salió volando y cayó de espaldas guitarra en ristre mientras sus pedales salían disparados. ¿Un fenómeno paranormal? No, un grupo de alegres pueblerinos parapetados bajo la estructura que, a modo de broma, empujaron hacia arriba las tablas del escenario.

martes, 13 de diciembre de 2011

Jazznécdota #25: El lenguaje del jazz

Hace un par de semanas presencié un concierto de jazz en un auditorio. Ante esa irritante costumbre española de llegar tarde a cualquier tipo de evento, las acomodadoras tenían orden de no dejar entrar a nadie al recinto en medio de las interpretaciones, de modo que los espectadores retrasados tuvieran que esperar al final del tema en ejecución para poder dirigirse a sus asientos. El problema vino de la mano de ese lenguaje inherente al jazz que todos sus aficionados incorporamos a nuestro modus vivendi de forma natural, pero que no todo el mundo tiene por qué conocer: el público aplaudió calurosamente tras el solo de piano; las acomodadoras, al escuchar aplausos, dejaron entrar a los rezagados creyendo que el tema ya había acabado, y estos ocuparon sus butacas en medio de uno de los momentos que más silencio requerían: el solo de contrabajo.

martes, 29 de noviembre de 2011

Jazznécdota #24: Guitarristas (II)

¡Cómo son los guitarristas! Hace una semana estuve viendo, en primera fila, el concierto que dio en Madrid mi gran ídolo, Pat Metheny. Parte de uno de los temas los interpretaba usando sus dedos, y parte con una púa. En un momento dado, y para facilitar la transición de púa a dedos, la lanzó al borde del escenario, con la suerte de que pude hacerme con ella al final del concierto.

Durante los días sucesivos conté la historia de mi "trofeo" a todos los músicos con los que me crucé. Algunos me daban la enhorabuena, otros hablaban del concierto... Los guitarristas, casi de forma invariable, preguntaban: "¿Cómo es la púa? ¿Blanda o dura? ¿De qué marca?".


PD: Para los guitarristas que leen el blog: es una Planet Waves blanda. Adjunto fotografía.

martes, 15 de noviembre de 2011

Jazznécdota #23: Guitarristas

Los músicos tenemos fama de monotemáticos. No recomiendo a nadie estar cerca de una de esas charlas entre guitarristas o saxofonistas donde comentan sin cesar todas las innovaciones técnicas relacionadas con sus herramientas de trabajo.

Hace unos meses, tras un concierto, el guitarrista y yo nos sentamos a tomar una copa con mi novia, otro amigo guitarrista y su esposa. Por respeto a ambas mujeres (que bastante tienen ya con compartir su vida con músicos) se imponía elegir un tema de conversación genérico. Tras unos instantes de incómodo silencio, a uno de los guitarristas no se le ocurrió otra cosa que preguntar a su compañero de instrumento: "Y tú... ¿qué cuerdas usas?".

martes, 1 de noviembre de 2011

Jazznécdota #23: La hija

Admitámoslo: para mucha gente la música es totalmente secundaria. Hace un par de años, amenizando una boda que dio para mucho (ver Jazznécdota #13), el novio nos instó a finalizar nuestra actuación una vez acabado el cóctel y con los invitados dirigiéndose al salón de celebraciones. Intentamos acabar el tema que estábamos interpretando, pero el flamante esposo se acercó al pianista para felicitarle por la actuación, sujetándole del brazo derecho en mitad de su solo. Profesional como pocos, consiguió tocar una cadencia final con su mano izquierda.

Peor le fue a un amigo guitarrista en un evento a su nombre en otra localidad castellano-manchega. La directora del centro cultural esperaba ansiosa a su hija, que volvía de viaje. Una vez apareció, su madre apagó las luces del centro cultural y, en plena actuación, dio por finalizado el concierto.

martes, 18 de octubre de 2011

Reflexión #6: La desprotección laboral del músico

24 de febrero de 2006. Al final de la prueba de sonido previa a un concierto, en un centro cultural de Madrid, una escalera mal fijada cae sobre el escenario, pasando a escasos centímetros del que escribe y cayendo estruendosamente sobre el cajón del percusionista. Tras meses de infructuosas reclamaciones por daños, y cansado de aplazamientos, respuestas desinformadas y numerosos problemas de contacto, el percusionista desistió en su empeño. Pagó la reparación del instrumento (mucho mayor que el importe percibido por el concierto) de su bolsillo.

En este caso fue un cajón, pero podría haber sido mi propia integridad física. Ni contábamos con Seguridad Social ni con otro tipo de seguro, ni siquiera con un contrato privado u otro documento sujeto a derecho que estableciera un vínculo legal entre empleador (Ayuntamiento de Madrid) y empleado (los seis músicos que actuamos esa noche).

Centros culturales, clubes, pequeñas fiestas corporativas... Eventos todos ellos concertados mediante acuerdo verbal, sin mayor burocracia ni consiguiente cobertura. Tan poca atención merece la profesión de músico que ni siquiera se ha pensado, en estos tiempos de crisis, en hacer frente a la economía sumergida que genera.

Mientras llega ese día mágico en que la regulación se convierta en realidad, compañeros de toda España viven situaciones dantescas, cuentan con enormes dificultades para justificar ingresos de cara a créditos y ven como se aproxima su jubilación sin apenas haber cotizado a la Seguridad Social. Mientras llega ese día todos seguimos expuestos a pésimas condiciones laborales, impagos e incluso accidentes. Mientras llega ese día nos continuarán tratando como ciudadanos de segunda categoría o, según decía aquella ley de hace décadas, como "vagos y maleantes".

martes, 4 de octubre de 2011

Jazznécdota #22: La caña

Algunos instrumentos de viento, entre ellos el saxofón, requieren de una pieza de madera cuya vibración en la boquilla produce el sonido. Dicha pieza se llama caña (reed en inglés).

Contaba un saxofonista cubano que un día, en la escuela de música de La Habana donde estudió, se quedaron sin cañas. El director de la escuela les dijo: "¿Ustedes no podrían hacer un esfuerzo revolucionario y tocar sin caña?".

martes, 20 de septiembre de 2011

Jazznécdota #21 - Prioridades

Un amigo, pianista venezolano, recorrió distintas localidades españolas el pasado verano con una banda de músicas populares (despectivamente llamadas, en ocasiones, "orquestas de pachanga"). Los cantantes de dicha orquesta también tocaban la guitarra mientras bailaban por el escenario. Una noche, tras un brinco acrobático, un cantante/guitarrista tuvo la mala fortuna de que el escenario se abriese bajo sus pies. Las tablas cedieron y el músico quedó atrapado a la altura del pecho, con el consiguiente riesgo para su integridad física; eso sí, en una curiosa postura: ambos brazos, elevados sobre su cabeza, sostenían la guitarra en el aire. Las prioridades estaban claras: él quedó lleno de rasguños, pero a la guitarra no le pasó nada.

Le entiendo perfectamente.

martes, 6 de septiembre de 2011

Jazznécdota #20: Guti

A quién no le han cancelado un concierto con apenas antelación y por un motivo absurdo. Es una realidad que todo músico debe saber digerir, aunque a veces cueste. Hace cuatro años iba a tocar con el grupo de un guitarrista en la fiesta de una gran empresa. Días antes nos dijeron que nuestra partida presupuestaria (entre otras, supongo) se iba a destinar a contratar, por petición popular, la presencia de un famoso: José María Gutiérrez "Guti", por aquel entonces futbolista del Real Madrid.

Un año de Jazznecdotario

365 días, 27 entradas, 29 seguidores y 26 comentarios. Números humildes, pero números al fin y al cabo. Y la aventura sigue. Muchas gracias a todos.

martes, 23 de agosto de 2011

Chistes de músicos (II)

  • - ¿Cómo hacer que un guitarrista toque más despacio?
    - Mostrándole una partitura.
    - ¿Cómo hacer que deje de tocar?
    - Pidiéndole que la lea.

  • Será tonto el bajista, que se ha dejado las llaves dentro del coche... y ahora el batería no puede salir.

  • Dos amigos se encuentran por la calle tras años sin verse. Van a un bar y hablan sobre su vida:
    - Pues soy músico de jazz.
    - Anda, yo también.
    - Esto... y entonces, ¿quién va a pagar las cervezas?

  • Terrible accidente de tráfico: un camión atropelló a una lagartija y a un trombonista. La lagartija sí iba a dar un concierto.

  • Entra un hombre a una tienda:
    - Buenos días, quiero una Fender Stratocaster del 62.
    - Usted es batería, ¿verdad?
    - Sí, ¿cómo lo sabe?
    - Porque esto es una panadería.

martes, 9 de agosto de 2011

Chistes de músicos (I)

No ahondemos en el tópico: riámonos de él. Siempre se dice que los guitarristas son muy creídos (y los trompetistas más) pero no saben leer partituras (y las cantantes no saben nada de nada), que los bajistas son poco inteligentes (y los baterías menos aún), que el jazz no da para comer (especialmente si se toca un instrumento tan poco solicitado como el trombón)... Afrontemos el ecuador de la temporada estival con un poco de humor (para músicos y no músicos):
  • En un piso decrépito, lleno de mugre, una niña polvorienta le dice a su padre:
    - Papá, ¿cuándo comeremos algo?
    - Calla niña, y escucha este precioso acorde de jazz...

  • - ¿Por qué se ha quedado la cantante en el umbral de la puerta?
    - Porque no sabe cuándo entrar.

  • Entra un hombre a una tienda y le dice al dependiente:
    - Buenos días. Soy batería, pero quiero tocar un instrumento melódico señala hacia un rincón de la tienda. No sé si comprar un clarinete o un acordeón.
    - Si quiere el extintor lléveselo, pero no nos deje sin estufa, que hace mucho frío.

  • - ¿Cuántos trompetistas hacen falta para poner una bombilla?
    - Siete. Uno para ponerla y seis para decir que ellos lo hubieran hecho mejor.

  • Una sala de fiestas quiere programar música en directo para Nochevieja, pero lo único que consigue contratar es un dúo de trombón y acordeón. Contra todo pronóstico la noche es un éxito y a los asistentes les encanta el concierto. El dueño comenta a los músicos:
    - Como habéis estado fantásticos os voy a volver a contratar el año que viene.
    - Perfecto, ¿podemos dejar ya montados los instrumentos?

martes, 26 de julio de 2011

Jazznécdota #19: Sombras chinescas

Un amigo saxofonista actuó en un espectáculo infantil de sombras chinescas. Para que su propia sombra fuera parte del espectáculo le pidieron que se colocara de perfil, de modo que su contorno se proyectara sobre el fondo del escenario. Al acabar la actuación encontró rostros de asombro e indignación. La causa: el cinturón de su pantalón no estaba debidamente abrochado y sobresalía unos centímetros por delante de su cuerpo. El problema: la sombra del cinturón no parecía la de un cinturón...

martes, 12 de julio de 2011

Jazznécdota #18: Bass Day 2009

Hace ya un par de años que se ha importado a Madrid el Bass Day, esa reunión anual de bajistas eléctricos tan habitual en tierras estadounidenses. Stands de diversas firmas de bajos e instrumentos, demostraciones de productos y actuaciones de músicos punteros conforman un menú muy apetecible a priori.

Lo cierto es que después de varias horas inmerso en el evento uno empieza a cansarse de escuchar continuamente frecuencias graves, máxime cuando la mayoría de los asistentes, a la hora de probar bajos, se centran en los estilos y técnicas más agresivas. En la segunda edición del Bass Day (2009), en una nave industrial de Vicálvaro (Madrid), coincidí con un amigo batería. Le comenté: "Llevo aquí bastante tiempo y estoy cansado de escuchar a la gente haciendo slap, tocando riffs, usando efectos... En toda la mañana no he escuchado a nadie hacer una melodía lírica". Su respuesta, breve y sintética, fue: "¿Qué te crees que es esto, el Museo Reina Sofía?".

martes, 28 de junio de 2011

Jazznécdota #17: Cómo promocionar un CD de jazz

Hace unos meses salió al mercado Silencio el primer CD de mi grupo de jazz fusion Tet-Quart (http://www.tetquart.com). En busca de reseñas de prensa envié el CD a las direcciones postales de varias revistas físicas y magazines online. Algunos aceptaron escribir sobre el disco, otros no. Perfecto, son sus medios de comunicación, es su criterio el que cuenta.

La sorpresa vino de la mano del siguiente e-mail, que recibí poco después de publicar el CD, y que traduzco a continuación:
Querido Tet-Quart
Ya que vuestro album está disponible online, soy totalmente consciente de que probablemente estéis recibiendo varios e-mails como este. Mis disculpas si os molesta. Uno de mis ayudantes me recomendó vuestro trabajo, y me gustó especialmente el tema "Islands". Me preguntaba si estaríais interesados en contar con artículos sobre vuestra música. Yo podría encargarme de ello, y mis tarifas son bastante razonables.
Os adjunto una muestra de mi trabajo para JazzTimes e INK 19. (...)
Soy un escritor independiente, y puedo hacer que publiquen artículos sobre vosotros, incluyendo entrevistas completas con la información de vuestra página web. Os puedo enviar por e-mail mis tarifas, si queréis verlas. Por favor, respondedme si estáis interesados, y os las enviaré. Gracias por vuestro tiempo.
Por supuesto no perdí la oportunidad de enterarme sobre cuánto vale comprar una reseña para la prestigiosa revista JazzTimes. Esta fue la respuesta:
Querido Arturo,
Gracias por tu respuesta. Como ya mencioné, ahora mismo escribo artículos para JazzTimes (http://www.jazztimes.com), el medio de jazz más renombrado del mundo. (...) Trabajo independientemente, pero conseguiré que se publiquen todos vuestros artículos, garantizado. Como algunos de los artículos online de JazzTimes también salen impresos en su revista, esa posibilidad permanece abierta. Me gusta vuestra música, así que los artículos serán positivos, si decidís seguir adelante con esto. Mis tarifas son las siguientes:
Paquete I:
Un artículo publicado en la página web de JazzTimes. Precio: 99$. Total: un artículo, publicado con garantía.
Paquete II:
Dos artículos publicados en INK 19 (http://www.ink19.com) y JazzTimes. Un artículo garantizado en la portada de INK 19. Dos notas de prensa garantizadas en la lista del Top 40. Precio: 200$. Total: cinco artículos, todos ellos con garantía de publicación.
Paquete III:
Reseñas y artículos garantizados en INK 19 y JazzTimes. Un artículo publicado en Yahoo! News. Dos notas de prensa garantizadas en el Top 40. Precio: 500$. Total: siete artículos, todos ellos con garantía de publicación.
Por favor, hazme saber si estáis interesados en alguno de los paquetes, y os enviaré por e-mail el resto de detalles. Muchas gracias, espero respuesta por tu parte y la del resto de compañeros de Tet-Quart.
Sí señores, la presencia en prensa se paga. En algunos medios. En medios prestigiosos. Ni que decir tiene que no he vuelto a comprar el JazzTimes ni pienso hacerlo.

Reproduzco a continuación los e-mails originales. Omito el nombre del autor y los links a sus reseñas para no hacerle publicidad:
Dear Tet-Quart,

Given that your album is available online, I'm fully aware that you're probably receiving a number of e-mails like this. My apologies if you're annoyed by this. One of my assistants recommended your work to me, and I especially liked "Islands". I was wondering if you were interested in having any articles done for your music right now? I could provide you with both, and my rates are fairly reasonable.

Here's a sample of my work on JazzTimes: (...)
Here's a sample of my work on INK 19: (...)

I'm an independent freelance writer, and I can have articles written and published about you, including full-length interviews with your website information on it. I can e-mail you my personal rates should you wish to see them. Please e-mail me back if you're interested, and I can send them to you. Thank you for your time.
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Dear Arturo,

Thank you for your reply. As I mentioned, I'm now contributing articles for JazzTimes (http://www.jazztimes.com), which is the most renowned jazz media outlet in the world. Here are samples of my work at JazzTimes' website: (...)

I work independently, but I will get all of the articles published myself, guaranteed. Because some of JazzTimes' online articles do get printed in their magazine, that possibility does lie open. I like your music so the articles will be positive, should you decide to do this. My rates are below.

Package I:

One article submitted to and published in JazzTimes website. Price: $99. One article total, guaranteed published.

Package II:

Two articles submitted to and published in INK 19 (http://www.ink19.com) and JazzTimes. One guaranteed front-page feature article in INK 19. Guaranteed two press releases in Top-40 Charts:
Price: $200. Five articles total, all guaranteed published.

Package III:

Guaranteed reviews and feature articles in INK 19 and JazzTimes. One article published in Yahoo! News. Guaranteed two press releases in Top-40 Charts.
Price: $500. Seven articles total, all guaranteed published.

Please let me know if any of the packages interest you, and I will e-mail you the details of getting started. Thank you very much; I shall await the response from you and your bandmates in Tet-Quart.
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ACTUALIZACIÓN (29-jun-2011):

Apenas unas horas después de publicar esta jazznécdota recibí un e-mail de Lee Mergner, editor de la revista JazzTimes, explicando textualmente que "nosotros no vendemos reseñas para la revista. Esta venta de paquetes es un uso no ético de la sección Community en JazzTimes.com, en la que cualquiera puede publicar artículos, noticias, fotos y, sí, reseñas. Algo distinto que la revista y el resto de la página web. Cuando nos damos cuenta de algún abuso desactivamos la cuenta del usuario". Tras informar a Mergner sobre el usuario en cuestión, me comentó que "No va a responder a mis preguntas. Simplemente he borrado su cuenta de usuario. Queremos que la sección Community esté abierta a toda la comunidad jazzística, por lo que es vergonzoso que alguien intente utilizarla para su propio beneficio".

Efectivamente, tanto el perfil del presunto periodista como todas sus reseñas han sido eliminadas de la página web. Buena y rápida actuación por parte de JazzTimes. Volveré a comprarla.
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UPDATE (jun 29 2011)

Just a few hours after publishing this "jazznecdote" I received an e-mail from Lee Mergner, JazzTimes magazine's publisher, in which he textually explained that "We do not sell reviews for the magazine. This sales package is an unethical use of the community section of jazztimes.com, in which anyone can post articles, news, photos, and yes reviews. Very different than the magazine and the rest of the website. Whenever this misuse is brought to our attention we deactivate the user's account." After informing Mergner regarding who the user was, he said that "He won’t respond to my inquiries. I simply deleted his user account. We wanted to make the Community section open to the entire jazz community, so it’s a shame that someone has tried to use that for their own profit."

That's right, both the alleged journalist's profile and all his reviews have been deleted from the website. A good and fast action on JazzTimes' side. I'll buy it again.

martes, 14 de junio de 2011

Jazznécdota #16: El bocadillo de lomo

Una insistente cantante de aspecto y maneras estrafalarias se disponía a empezar su concierto en un pequeño club del centro. De repente un espectador sacó un paquete envuelto en papel de aluminio, lo desenvolvió y se dispuso a dar buena cuenta del bocadillo de lomo que escondía. En palabras del saxofonista, que no había cenado esa noche, "el olor a lomo inundó la sala y se acabó el jazz".

El público se dividía entre la indignación y el asombro. Encontraron la explicación en el comentario de la cantante a micrófono abierto: "Y lo peor de todo es que es mi hijo".

martes, 31 de mayo de 2011

Jazznécdota #15: El reparto

Hace año y medio, tras actuar en un pequeño y encantador club del centro de Madrid, el dueño me pagó la actuación. Como me pareció bastante grosero repartir el dinero a los músicos en la barra, delante de la gente, insté a mis compañeros a ocupar el espacio del escenario, resguardado al fondo del local en una zona invisible desde la barra y desierta en ese instante.

No conté con la cámara de televisión que ofrece los conciertos al público de la barra, que seguía encendida y que, impertérrita, retransmitió en directo nuestro reparto monetario a todos los presentes.

martes, 17 de mayo de 2011

Jazznécdota #14: Anuncios

Merece la pena echar un vistazo a los tablones de anuncios de locales de ensayo. Recuerdo carteles de búsqueda de músicos, en mis tiempos heavies, donde se hacía hincapié en que el solicitante tuviera un mínimo perfil profesional ("se busca cantante con equipo", "se busca guitarrista con ampli"). Hace unos días ensayé en una escuela de música madrileña, y encontré estas dos perlas:

"Se buscan músicos (...). Aceptamos todo tipo de instrumentos (incluyendo vocalistas)". Vaya, eso sí que es aceptar todo tipo de instrumentos...

"Se vende bombardino (...). Ha pertenecido a un adolescente que apenas lo ha tocado, no ha salido a la calle y no tiene ni una abolladura". ¿El bombardino o el adolescente?

martes, 3 de mayo de 2011

Jazznécdota #13: La boda

Ya comenté en otra ocasión el trato dispar que recibimos los músicos en las amenizaciones. En esta ocasión me referiré a una boda acaecida hace dos veranos en una finca toledana. Sol, calor y moscas adornaban nuestro jazz mientras luchábamos contra la deshidratación gracias a unas botellas de agua que conseguimos lidiando por nuestra cuenta con el personal del bar.

Acabada la actuación, visiblemente cansados, el novio y un amigo suyo, quien nos contrató, se acercaron a pagarnos y a felicitarnos por la música. Al final de la conversación el novio posó su mano sobre el hombro del pianista y pronunció un "Bueno..." que en nuestras mentes se completaba con "Bueno... ¿queréis pasar a tomar algo?".

La frase fue "Bueno... ¿sabéis volver a Madrid, verdad?".

martes, 19 de abril de 2011

Reflexión #5 - El club de música y jazz San Juan Evangelista, Bien de Interés Cultural

Ni siquiera la religión monopoliza el adjetivo “sagrado”. Lo dice muy claro la Real Academia Española en su cuarta acepción del término: “Digno de veneración y respeto”. Ni que decir tiene que el Club de música y jazz San Juan Evangelista (el Johnny) se ganó esa categoría por méritos propios hace ya bastante tiempo.

Hay quien cree que el Johnny es un auditorio de arte y ensayo, de tendencias contemporáneas, de música para entendidos. La perspectiva que sólo el tiempo otorga demuestra que el arte ha prevalecido sobre el ensayo, que el equipo del San Juan Evangelista es visionario y siempre ha sabido apostar inteligentemente por los valores del futuro. Acompáñenme en un breve recorrido por la historia del club y lo comprenderán.

No hace falta saber mucho de jazz para valorar en su justa medida lo que ha pasado por el escenario del club. Integran la abultada nómina de artistas leyendas como los trompetistas Chet Baker, Dizzy Gillespie (el de la trompeta doblada) o Wynton Marsalis (actual director del neoyorquino Jazz at Lincoln Center), el vibrafonista Gary Burton (decano y posteriormente vicepresidente ejecutivo de la Berklee School of Music), las cantantes Astrud Gilberto (la que grabó la versión original de “La chica de Ipanema”) y Diana Krall, los saxofonistas Dexter Gordon (el de la oscarizada película Round Midnight), Ornette Coleman (el inventor del free jazz) y Paquito D’Rivera, los guitarristas John McLaughlin y John Scofield, los pianistas Chick Corea, McCoy Tyner (del grupo de John Coltrane) y Ahmad Jamal (inspiración de Miles Davis, ni más ni menos), los míticos baterías Max Roach, Art Blakey, Tony Williams y Roy Haynes (algunos llegaron a colaborar con la mismísima Billie Holiday), el contrabajista Dave Holland, el vocalista Bobby McFerrin (el del “Don’t Worry Be Happy”), los abanderados de la libre improvisación Art Ensemble Of Chicago, Cecil Taylor y Archie Shepp o los padres del nuevo jazz europeo Jan Garbarek y Esbjörn Svensson. También pisó sus tablas, por supuesto, lo más granado del jazz nacional, dando cabida a Tete Montoliú, Pedro Iturralde y los “nuevos flamencos” Jorge Pardo, Carles Benavent y Chano Domínguez.

El Johnny también ha sido (es) un templo del flamenco. Enrique Morente, José Mercé, Vicente Amigo, Manolo Sanlúcar, José Menese, Sordera, Felipe Campuzano, Carmen Linares, El Lebrijano y el mismísimo Camarón de la Isla entre muchos otros pasearon su duende por el Colegio Mayor. Si seguimos hablando de músicas de raíz, también se ha contado con el folk de Gwendal, Milladoiro, Oskorri o La Musgaña, la tradición cubana de Irakere o Bebo Valdés, la canción brasileña de Jayme Marques o Tania Maria y el blues de John Hammond. Y no olvidemos el habitual festival de gospel.

¿Algo más? Por supuesto: bandas, cantantes y cantautores de los que regalan sentimientos. Algunos apuestan por la belleza, otros por la melancolía. En algunos casos hablamos de agrupaciones muy valientes en tiempos muy difíciles. La lista estremece: Silvio Rodríguez, José Antonio Labordeta, Mercedes Sosa, Joaquín Sabina, Hilario Camacho, Carlos Cano, Guadalquivir, Jarcha, Mocedades, Triana, Luis Pastor, Javier Ruibal, Ana Belén, Víctor Manuel, El Gran Wyoming, Benito Lertxundi, Jorge Drexler, Javier Krahe.

Menciono a artistas históricos, pero el carácter profético de las programaciones del club no acaba aquí. Hace ya dos años que Esperanza Spalding subió al escenario del Johnny. Acaba de ser galardonada con el premio Grammy a mejor artista revelación. Hace apenas dos semanas pudimos disfrutar de la espectacular actuación de Trombone Shorty, joven cantante, trombonista y trompetista de Nueva Orleáns. Este verano ya figura en la programación de los grandes festivales europeos y estadounidenses, incluyendo el JazzBaltica alemán, el BluesFest de Londres, el italiano Umbría Jazz, nuestro Festival de Jazz de Vitoria y el mítico Newport Jazz Festival en Rhode Island (Estados Unidos).

Revisen, por favor, la compilación. Muchos de estos artistas han copado grandes escenarios internacionales en el marco de festivales masivos. Muchos se han convertido en estrellas de talla mundial. Todos ellos pasaron por este humilde Colegio Mayor. ¿No es grandioso disfrutar en Madrid, en España, de semejante institución? Hay que estar ciego para no verlo.

Se rumorea que el San Juan está pasando por una situación delicada. Se habla de falta de patrocinadores y, muchísimo peor, de falta de apoyo institucional. En el cartel del reciente Festival Jazz es Primavera los logotipos brillaban por su ausencia. ¿Queremos que este país siga a la cola de Europa en materia cultural? ¿Queremos que esta ciudad sea un hazmerreír artístico en comparación con Londres, Amsterdam o Berlín? ¿Queremos perder lo que con tanta pasión, cariño y esfuerzo desinteresado se ha construido a lo largo de cuatro décadas? A principios de los años setenta el Johnny fue capaz de lidiar con la censura franquista, imponiendo la Cultura con una actitud pasiva y silenciosa, nunca resignada. Se ha sabido sacar partido a los escasos activos con que se ha contado, adaptándose continuamente a los tiempos que corren. Sería muy triste que la historia del club (ya integrada en la Historia con mayúsculas) acabase debido a la falta de interés por parte de las entidades, a la falta de mecenazgo, a la falta de subvenciones estatales, autonómicas y locales.

Esperemos que no sea para tanto. Confiemos en el buen hacer de nuestra Administración y en el aplastante sentido común. El Johnny es sagrado. El Johnny es un Bien de Interés Cultural. Sólo falta que le pongan el sello.

martes, 5 de abril de 2011

Reflexión #4 - La cultura no debe ser gratuita

Subvencionada. No muy cara. Pero nunca gratuita. El desembolso económico, por mínimo que sea, establece un vínculo de respeto entre el artista (o artesano) y el espectador. Sin dicho desembolso se pierde el respeto. Lo hemos visto en innumerables conciertos gratuitos en fundaciones, centros culturales e inauguraciones de festivales. El espectador pierde la atención, juzga sin evaluar, desprecia lo que sucede en el escenario, y desprecia al resto de espectadores. Entre todos crean una masa informe y descerebrada, apología de una incultura tan intensa que apenas podría aspirar a mediocre.

Sin ese vínculo de respeto florece la mala educación, sin él la observación no es un acto voluntario, sino una inconsciente peregrinación a donde va la mayoría. Injusto para el músico. Injusto para el público (el de verdad).

No podemos convertir el jazz en música de fondo, al igual que no podemos permitir el paso a un museo a transeúntes que se cobijan de la lluvia.

No debemos acercar la cultura a quien no muestra la más mínima inquietud. La cultura no debe ser gratuita.

martes, 22 de marzo de 2011

Jazznécdota #12: El cobro

Me contaba un saxofonista que una noche tuvo problemas para cobrar un concierto en una ecléctica sala madrileña. Después de reclamar al propietario, éste pidió al músico que le acompañara al sótano del local. Una vez allí, entraron en una sala, el dueño cerró la puerta y, escoltado por un fornido portero de casi dos metros de alto, dijo:

- "No voy a poder pagarte la cantidad acordada. ¿Tienes algún problema con eso?"

Ningún problema. A veces hay que sacrificar la dignidad profesional en pro de la integridad física.

martes, 8 de marzo de 2011

Jazznécdota #11: Un saxo de oferta

Quien haya visto desmontar su instrumento a un saxofonista habrá observado que la parte superior del saxo (generalmente curvada) se extrae por completo. Dicha pieza se llama tudel, y es común a varios instrumentos de viento.

No hace mucho tiempo un cliente se acercó a una tienda de instrumentos musicales situada en una localidad al sur de Madrid. Enseñó un tudel al dependiente y le dijo: "mira lo que me ha pasado. Vi una buena oferta por Internet y me compré un saxo tenor modelo túdel por 200 euros, pero sólo me han enviado esto. ¿Es normal?"

martes, 22 de febrero de 2011

Jazznécdota #10: El militar y las corcheas

Esta me la contó un amigo batería venezolano. Hace años, en su localidad de origen, un militar de escasa formación musical decidió montar una orquesta sin reparar en gastos. En uno de los ensayos dos trombonistas discutían mirando a una partitura, y el militar les preguntó qué ocurría. "Nos faltan dos corcheas aquí", dijeron, a lo que él respondió: "ya les he dicho que todo lo que necesiten lo compren en la ferretería".

martes, 8 de febrero de 2011

Reflexión #3 - A la gente no le gusta el jazz

Hará algo más de un par de años Víctor Bobeche entrevistó a los miembros de mi grupo de jazz fusion Tet-Quart para su programa radiofónico El Jazzérrimo (http://www.jazzerrimo.com/, Radio Enlace, 107.5 FM Hortaleza-Madrid). Preguntándonos sobre la situación en los clubes de jazz, el pianista Teo Gómez y yo respondimos lo siguiente:

Teo Gómez: "Yo creo que en Madrid lo que falta es público de jazz. La gente no sale a ver conciertos, porque no lo ven en la televisión o no está anunciado, la gente no conoce el jazz. Yo conozco a muy pocas personas que salgan a ver un concierto de jazz, y si hay que pagar algo... parece que la música en directo tiene que ser gratis. Uno tiene que pagar el cine, tiene que pagar el teatro, pero si va a una sala de jazz y la consumición tiene un recargo, la gente se queja".

Víctor Bobeche: "Nos gusta todo gratis".

Arturo Mora: "O todo gratis o todo pagando, pero de verdad, porque luego vas a conciertos del Festival de Jazz de Madrid o de los Veranos de la Villa, a 30 o 35 euros (el año pasado en los Veranos de la Villa ver a George Benson y Al Jarreau costó 70 euros), y hay lleno absoluto. La gente disfruta, porque después de pagar tanto, cómo no vas a disfrutar".

Escuchar la entrevista completa: [1ª parte] [2ª parte].

martes, 25 de enero de 2011

Jazznécdota #9 – Sentirse extranjero

Aparte de creídos, incultos y envidiosos, los españoles somos especialistas en engañarnos a nosotros mismos (crucifíquenme por esta frase si así lo desean). No solo pensamos que nuestro país es la octava maravilla del mundo (es fácil pensar así cuando se desconoce por completo el resto del planeta), además solemos tratar a los que vienen de fuera con un absurdo aire de superioridad que raya en racismo encubierto. La siguiente anécdota tiene bastante de reflexión:

Hace unos años un guitarrista a cuyo grupo pertenezco solía presentar a los músicos inventándose sus nacionalidades, buscando de ese modo una cierta hilaridad y empatía con el público. Así, el saxo y el pianista (ambos de Madrid) podían ser un día de Portugal y otro de Dinamarca, el batería (argentino) podía provenir de Mozambique o de Brasil, y a mí me tocaba nacer en Canadá o en Japón, dependiendo del día.

En una ocasión actuamos a mediodía en un campus universitario del sur de Madrid, y mi presentación consistió en un: "al bajo eléctrico, desde Uruguay, Arturo Mora". Tras el concierto nos invitaron a comer en la cafetería de la Universidad y alguien de la organización, dirigiéndose a mí, espetó (léase con la voz más chulesca y barriobajera posible): "¡Eh, el de Uruguay! Come cocido madrileño, CO-CI-DO, que esto no lo tenéis por ahí, que seguro que ahí no coméis más que guarrerías".

En el extranjero, a veces, me he sentido extranjero, pero nunca me había sentido tan despreciado. Cuando el personaje en cuestión se enteró de que yo también era madrileño buscó la complicidad conmigo. Claro, al ser buen conocedor del cocido ya era digno de su nivel...

martes, 11 de enero de 2011

Jazznécdota #8: Los efectos del alcohol

En mi vida anterior me dedicaba a tocar estilos marginales de heavy metal (doom death metal con el grupo Son of the Grave actualmente Autumnal, y brutal death grind con Disembodied, banda que logró un relativo éxito en la época).

Ciertos tipos de anécdotas no diferían mucho de las acaecidas en contexto jazzístico, pero había un elemento poderoso en aquellos tiempos con el que apenas, por fortuna, he tenido que lidiar últimamente: el consumo de alcohol. Recuerdo un concierto de un grupo cercano, al que asistí como espectador, donde, en determinada fase de la actuación, se echaba de menos más contundencia rítmica. La causa era bien simple: el batería iba tan borracho que, en vez de activar el pedal del bombo, estaba dando pisotones en el suelo.

martes, 28 de diciembre de 2010

Jazznécdota #7: La importancia del contexto

Durante años viví en un barrio obrero de Madrid repoblado en la última década a base de inmigración latina. Me encontraba un día en una famosa hamburguesería de dicho barrio con mi amigo el trombonista mientras discutíamos sobre los errores que estábamos cometiendo al interpretar un tema. En música las notas toman nombres de acuerdo a su duración. Así, una nota que dura cuatro tiempos es una redonda, si dura dos es una blanca, si dura uno una negra, medio una corchea, etc.

El trombonista estaba molesto porque seguíamos sin tocar dos notas negras de la forma adecuada, y no se le ocurrió otra cosa que gritar, en medio de la hamburguesería atestada de inmigrantes ecuatorianos y colombianos: "¡Joder, sólo son dos putas negras!"

martes, 14 de diciembre de 2010

Jazznécdota #6: El contrabajo blanco

A veces no es fácil dialogar con organizadores de eventos, menos aún directamente con clientes. Hay una delgada línea entre la petición aceptable (vestir de negro, interpretar un determinado tema) y la caprichosa. La responsable de contratación de grupos de una empresa, con quien me encontraba negociando precios, me pidió que lleváramos siempre un piano de verdad a las amenizaciones, y no un "organillo eléctrico de esos, que queda muy cutre". No parecía creerme cuando le explicaba que el alquiler y transporte de un piano podía ser bastante más caro de lo que pensaba pagarnos.

Más divertida fue la conversación telefónica de un guitarrista con una clienta que le preguntó "si el contrabajo podía ser blanco". Ni corto ni perezoso, respondió: "¿El músico o el instrumento?".

martes, 30 de noviembre de 2010

Reflexión #2 - La nocturnidad del jazz

Un sábado por la noche, hace unas semanas, me encontraba en casa cenando con mi pareja mientras intentábamos encontrar algo decente que ver en la televisión (tarea cada vez más difícil en este país). Al encontrar, en uno de los canales, a un personaje del mundillo jazzístico con quien habíamos compartido escenario tanto yo como un amigo guitarrista, llamé a este último, esperando que se encontrara cerca de un aparato de TV. Así fue, también estaba en su casa con su pareja. ¿Dos músicos de jazz llevando una apacible vida familiar un sábado por la noche? ¿Dónde queda esa leyenda negra que nos asocia con una vida desordenada sumida en la nocturnidad, el alcohol y las drogas?

La visión histórica ha mejorado la percepción sobre los músicos. Cualquiera que haya profundizado mínimamente en la historia del jazz sabrá que los excesos sólo afectaron a los jazzmen del pasado de forma negativa. Somos muchos (no todos) los que, en estas nuevas generaciones, experimentamos la música con independencia de sus "valores asociados", y más de una vez hemos conversado sobre el engorro que supone trasnochar y sobre cuánto nos gusta actuar en centros culturales a eso de las siete u ocho de la tarde, para poder volver pronto a casa.

Habrá quien piense que nos hemos aburguesado. En todo caso hay algo contra lo que sí intentamos luchar continuamente: el tópico.

martes, 16 de noviembre de 2010

Jazznécdota #5: La caja de puros

Hace un par de años amenicé a cuarteto una fiesta privada en un lujoso chalet de Pozuelo de Alarcón (localidad cercana a Madrid), con presencia de famosos incluída. A veces los propietarios de semejantes viviendas se muestran naturales, afables y cercanos, recibiendo personalmente a los músicos, dialogando con ellos y ofreciéndoles todo tipo de atenciones. En otras ocasiones hacen gala de un clasismo digno de épocas más oscuras, despreciando a cualquier persona que no se encuentre en su pequeña mansión en calidad de invitado. Prácticamente todos hemos tenido que lidiar alguna vez con amenizaciones de más de tres horas, embutidos en trajes y camisas negras en pleno verano, y sin recibir ni un mísero vaso de agua por parte de los organizadores de la velada (los encargados del catering suelen tener más sentido común y echan un cable siempre que pueden).

En este caso la situación, a priori irritante, se quedó en ridícula. Acabada nuestra actuación, cargados nuestros vehículos con los instrumentos y dispuestos a retirarnos definitivamente, el guitarrista y yo nos acercamos a despedirnos en persona del dueño de la casa (educación ante todo). Éste se encontraba repartiendo puros procedentes de una caja que sostenía abierta sobre su mano izquierda. Al abordarle por detrás se dio la vuelta, nos vio y, tras una instantánea expresión de sorpresa, cerró de golpe la caja de puros, nos dio la mano tímidamente y esperó a que nos alejáramos para volver a ofrecer los preciados cigarros a sus invitados. La sensación con que nos quedamos mi compañero y yo era idéntica, sólo le había faltado decir: "¡coño, los muertos de hambre de los músicos!". Si supiera lo que nos reímos a su costa...

martes, 2 de noviembre de 2010

Jazznécdota #4: Con la Iglesia hemos topado

Hace pocos días llamaron a mi teléfono móvil. Reproduzco la conversación con fidelidad:

- ¿Sí?
- Hola, ¿hablo con un miembro del grupo Tet-Quart?
- Sí, soy Arturo Mora, el bajista.
- Hola Arturo, soy Almudena, de la Cadena Cope. Estamos buscando un grupo de jazz para que actúe en un programa el martes o el miércoles que viene.
- No sé si estaremos disponibles...
- No hace falta que vengáis todos, nos vale con el que canta y otro más.
- Esto es un grupo instrumental.
- ¿Instrumental? ¿No canta nadie?
- No, no hay cantante.
- Ah, ah, perdón, perdón.

Mientras la tal Almudena colgaba (no sé si llegó a escucharme) no pude reprimir un último comentario: "¡Hay que documentarse!"

martes, 19 de octubre de 2010

Reflexión #1 - Ser músico de jazz en Madrid


Mis últimos viajes han incluído dos ciudades, Estambul y México D.F., que rebosan música. Se escucha en infinidad de bares, pubs, restaurantes y otro tipo de locales. Cantautores, teclistas y cantantes, bandas folclóricas, grupos de jazz... En estas dos urbes un músico puede pasar gran parte del día tocando, sumando experiencia e incluso ganando algo de dinero.

Es inevitable comparar ambas situaciones con las de mi Madrid natal, donde las regulaciones municipales han sumido a la profesión en una especie de clandestinidad. Encontrar un lugar donde poder expresarse es cada vez más difícil, y la reciente oleada de cierres de locales (a destacar Colonial Norte y Bogui Jazz) en base a una legislación represiva, absurda y pésimamente gestionada ha ejercido un efecto de amenaza hacia los propietarios de recintos, cada vez más reacios a dar cabida a semejantes eventos.

Si inevitable es comparar las situaciones, también lo es comparar a los intérpretes. Me asombra sobremanera observar a los músicos mexicanos que actúan por los restaurantes. En muchos casos no ofrecen una técnica depurada, cantidad de recursos ni un gran nivel armónico, pero se desenvuelven con extrema naturalidad, con muchas tablas, con oficio. ¿Cómo vamos a tener oficio en Madrid si no podemos ejercerlo?

Lo único que ejercemos, de momento, es una resistencia pasiva en forma de paciencia. Tarde o temprano la situación cambiará, o eso queremos creer. La solución, de entrada, y por poco creíble que parezca, en las urnas.