Un sábado por la noche, hace unas semanas, me encontraba en casa cenando con mi pareja mientras intentábamos encontrar algo decente que ver en la televisión (tarea cada vez más difícil en este país). Al encontrar, en uno de los canales, a un personaje del mundillo jazzístico con quien habíamos compartido escenario tanto yo como un amigo guitarrista, llamé a este último, esperando que se encontrara cerca de un aparato de TV. Así fue, también estaba en su casa con su pareja. ¿Dos músicos de jazz llevando una apacible vida familiar un sábado por la noche? ¿Dónde queda esa leyenda negra que nos asocia con una vida desordenada sumida en la nocturnidad, el alcohol y las drogas?
La visión histórica ha mejorado la percepción sobre los músicos. Cualquiera que haya profundizado mínimamente en la historia del jazz sabrá que los excesos sólo afectaron a los jazzmen del pasado de forma negativa. Somos muchos (no todos) los que, en estas nuevas generaciones, experimentamos la música con independencia de sus "valores asociados", y más de una vez hemos conversado sobre el engorro que supone trasnochar y sobre cuánto nos gusta actuar en centros culturales a eso de las siete u ocho de la tarde, para poder volver pronto a casa.
Habrá quien piense que nos hemos aburguesado. En todo caso hay algo contra lo que sí intentamos luchar continuamente: el tópico.
Lo ideal habria sido que un sábado por la noche, fin de semana, estuvieras, tanto tu como tu amigo, tocando en algún lugar de música en vivo, cosa que como en el caso de encontrar un buen programa en TV, es tarea cada vez más difícil en este Madrid.
ResponderEliminarEntrada publicada a las 9 de la mañana, tóma ya!
ResponderEliminarVino, al que otros suelen llamar nectar divino porque nos vino del cielo.
ResponderEliminarO, más vale que se caigan cien curas del púlpito antes de que se derrame una gota de....