martes, 20 de diciembre de 2016

Jazznécdota #85 - Cool jazz

A finales de los años 40, tras lo que algunos denominaron "los excesos del be-bop", Miles Davis y sus secuaces acuñaron un estilo suave y relajado llamado cool jazz (además de "fresquito", cool -pronunciado /ku:l/- es una expresión coloquial positiva, algo así como el castizo "guay"), y cuyo máximo exponente es el disco del trompetista Birth of the Cool

Hace años, el pintoresco dueño de un club de jazz madrileño defendía las propuestas pausadas y agradables que actuaban en su local diciendo (a saber dónde lo habría leído) que él era de los pocos gestores musicales que programaba "jazz culto".

martes, 15 de noviembre de 2016

Jazznécdota #84 - Al otro lado de la barra

A lo largo de los últimos años he actuado ocasionalmente en un restaurante cuyo encargado trataba a los músicos con desprecio. Le molestaba que estuviéramos en las mesas, que ocupáramos en la barra el espacio de potenciales clientes e, incluso, que le pidiésemos una cerveza. A pesar de tratarse de un restaurante, rara vez nos ofrecía algo de comer. Éramos un estorbo que no requería su atención.

Hace unos días pude comprobar hasta qué punto nos ignoraba. Tras muchos años luciendo una larga coleta, el pasado verano decidí cortarme el pelo y lucir una pequeña barba, alterando mi imagen notablemente. Un día me presenté en el susodicho restaurante, pero no en calidad de músico, sino de cliente de pago. El encargado no me reconoció. Tratándome de "señor", me ofreció una buena mesa, me dispensó un trato distinguido y no escatimó en atenciones. Por supuesto no le dije quién era. Ya lo descubrirá la próxima vez que actúe allí.

martes, 18 de octubre de 2016

Jazznécdota #83 - El profesor sin alumnos

Cuenta un amigo músico (llamémosle Recaredo Williams) que, formando parte hace años de la plantilla docente de una escuela de música madrileña, carecía de alumnos. En cambio otro compañero de la misma escuela que tocaba su mismo instrumento (llamémosle Chindasvinto Smith) contaba con bastantes pupilos. Un día mi amigo llamó a la escuela haciéndose pasar por un potencial alumno:

- Buenos días, quería tomar clases con Recaredo Williams.
- Uf, Recaredo tiene todo su horario ocupado, pero te podemos asignar a Chindasvinto Smith, que es muy bueno.

Una experiencia laboral a olvidar, sin duda.

martes, 13 de septiembre de 2016

Jazznécdota #82 - Música sobre música

A la gente le encanta preparar sorpresas en las celebraciones. Capaces de planificar con suma meticulosidad cualquier pequeño detalle, son capaces de llevar a cabo esfuerzos leoninos con tal de que el festejado no se entere de la que le tienen preparada hasta el momento preciso. A veces los responsables de los salones de eventos colaboran activamente en tales tramas, a veces molestan más que ayudar. Y en otras ocasiones provocan situaciones surrealistas, como la que me dispongo a narrar a continuación:

Verano en la provincia de Toledo. Una joven pareja contraía matrimonio, y resulta que a ella le gustaba el jazz. El novio nos contrata y nos pide máxima discreción: se trata de una sorpresa. Hemos de llegar a montar los instrumentos con tiempo y empezar a tocar antes de que llegue la pareja, de modo que ella crea estar escuchando una grabación para encontrarse de bruces con músicos de carne y hueso. Buen plan. Organizamos todo con tiempo y, cuando vimos que los invitados empezaban a entrar en el salón de bodas, hablamos con el maître para que apagase la música de fondo que estaba sonando, de modo que pudiésemos empezar a tocar nosotros. Su respuesta: "Esto es un playlist de Spotify que me pidió la novia que sonara durante el cóctel". "Claro que sí", respondimos, "pero nosotros somos la sorpresa, ella no sabe que en vez de su música va a sonar un grupo de verdad". "Yo, lo que me dijo la novia", fue su testaruda respuesta.

Ocurrió lo inevitable: tuvimos que tocar durante todo el cóctel encima de la música de fondo (que, por supuesto, también era jazz). Nadie se dio cuenta, o a nadie pareció molestar. Los novios nos dieron las gracias y, aparentemente, todos firmamos un trabajo excelente (maître incluído).

martes, 14 de junio de 2016

Jazznécdota #81 - Un cuarteto de cuerda

La ignorancia es atrevida. Unos conocidos de un músico de jazz le pidieron que les pusiera en contacto con un cuarteto de cuerda para amenizar un evento. En vez de indicarles que el cuarteto de cuerda es una formación de música clásica (para quien no lo sepa, generalmente compuesta por dos violines, una viola y un violonchelo), y que en sus experiencias musicales él nunca había coincidido con músicos clásicos, lo que hizo fue pasarles el contacto de un grupo de jazz manouche (ese alegre y divertido estilo también conocido como gipsy jazz y popularizado en los años treinta por Django Reinhardt y Stéphane Grappelli) cuya formación incluía violín, contrabajo y dos guitarras acústicas. "Son cuatro instrumentos de cuerda. Técnicamente es un cuarteto de cuerda, ¿no?", razonaba el jazzman.

No solamente no hubo quejas; organizadores e invitados quedaron encantadísimos.

martes, 17 de mayo de 2016

Jazznécdota #80 - Lo que es tener dinero

Un amigo saxofonista ha compaginado durante años su devoción por el jazz con una enorme afición a la música de baile, ejerciendo de DJ y dando conciertos en discotecas tocando sobre bases programadas. Contratado para un evento, le preguntaron que qué necesitaba por parte de la organización para poder actuar. Les pidió un reproductor de CD de DJ, una mesa de sonido, dos pantallas de amplificación y los cables correspondientes. Tamaña fue su sorpresa cuando, al llegar al lugar, se encontró todo el equipo que había pedido recién comprado, todavía dentro de sus respectivas cajas selladas con el precinto. Por fortuna llegó con tiempo y por fortuna también tenía experiencia montando equipos, tarea que tuvo que llevar a cabo antes de empezar a tocar y/o pinchar una sola nota.

martes, 12 de abril de 2016

Jazznécdota #79 - Programar jazz en directo

Un amigo pianista conoció al dueño de un pub en una bonita zona de ocio nocturno madrileña. El propietario quería dar un cambio de imagen a su local, aparentar exclusividad y ahuyentar a cierta clientela indeseable. Creyó que programar periódicamente conciertos de jazz sería un buen reclamo para el tipo de público deseado, así que encargó al pianista programar la agenda de conciertos. El músico fue al local, estudió las características del posible escenario, las condiciones acústicas de la sala y el equipo necesario, y empezó a elaborar una lista de grupos. Como no habían acordado un caché concreto, preguntó al dueño del local que cuánto presupuesto había para pagar a los músicos, a lo que este respondió: "Ah, ¿pero los músicos de jazz cobráis? ¿No tocáis por gusto?".

Obviamente jamás se dio un concierto en ese pub.

martes, 15 de marzo de 2016

Jazznécdota #78 - El público bipolar

Hace unos años, tocando en la plaza principal de un pueblo toledano, me encontré con un público gélido, impasible, inerte. Apenas aplaudían por educación los finales de los temas. No quedaba una silla libre, pero todas parecían pobladas por maniquíes. Para más inri fue uno de los primeros conciertos en los que me hice cargo de las presentaciones. Intenté animar el cuadro con chistes y comentarios irónicos, pero nadie reaccionaba. 

Hasta que acabó el concierto. Jamás he visto a un público solicitar (exigir, diría yo) un bis con tanta pasión. Los lugareños se levantaron de sus asientos y empezaron a vitorearnos y a cantar a coro el típico "¡otra, otra!" hasta que volvimos al escenario a redondear la actuación. Una vez finalizado el espectáculo vinieron varias personas, concejales incluidos, a felicitarnos. Fue un momento tan surrealista que solo faltaban Berlanga y su cámara.

martes, 16 de febrero de 2016

Jazznécdota #77 - La reclamación

Muchos recordarán lo sucedido hace unos años en el Festival de Jazz de Sigüenza. Un espectador llamó a la Guardia Civil para protestar porque la música que estaba escuchando (a cargo de Larry Ochs) no era jazz. La anécdota dio la vuelta al mundo. 

Algo similar ocurrió hace unos meses en el mítico club madrileño Segundo Jazz, que solía incluir los jueves un grupo de versiones de pop-rock. Un espectador pidió la hoja de reclamaciones alegando que "en el nombre del sitio figura la palabra 'jazz' y esto no es jazz". En aras de evitar un pequeño escándalo, los responsables del local le invitaron a una consumición, pero el cliente fue más allá, solicitando que le pagaran el taxi que presuntamente había tomado para llegar al club y el que iba a tomar para volver a su casa. Ante sus amenazas de llamar a la policía municipal, fueron los propios dueños de Segundo Jazz los que telefonearon a los agentes. Una vez presente la autoridad, el individuo fue acumulando nervios, invalidando dos hojas de reclamaciones y, consiguiendo, por fin, rellenar la tercera. El esperpéntico episodio finalizó con uno de los policías comentando a los propietarios: "En cuanto mi superior vea esta denuncia la tira a la papelera".

martes, 12 de enero de 2016

Jazznécdota #76 - El cajón

Una de flamenco. Durante varios años un amigo pianista de jazz fue profesor de música en institutos de enseñanza secundaria. Viendo que los adolescentes no se emocionaban con la música clásica, llevó al instituto cajones flamencos para que aprendieran de forma activa. De cara a impartir las clases adecuadamente, el pianista estuvo estudiando cajón durante un tiempo, llegando a tocarlo a bastante buen nivel. No obstante el intérprete más sobresaliente de la clase era un niño gitano, buen conocedor de los palos y ritmos flamencos, que había aprendido ("mamado", como se suele decir) prácticamente desde que nació, a pesar de no contar con educación musical formal. Un día el profesor, consciente de contar con buena competencia técnica, pero sin experiencia real en el mundo de la música gitana por excelencia, le preguntó: "Tú que entiendes de flamenco, ¿qué tal toco el cajón?", a lo que el alumno respondio: "Le falta calle, profe, le falta calle".