Cuenta un amigo músico (llamémosle Recaredo Williams) que, formando parte hace años de la plantilla docente de una escuela de música madrileña, carecía de alumnos. En cambio otro compañero de la misma escuela que tocaba su mismo instrumento (llamémosle Chindasvinto Smith) contaba con bastantes pupilos. Un día mi amigo llamó a la escuela haciéndose pasar por un potencial alumno:
- Buenos días, quería tomar clases con Recaredo Williams.
- Uf, Recaredo tiene todo su horario ocupado, pero te podemos asignar a Chindasvinto Smith, que es muy bueno.
Una experiencia laboral a olvidar, sin duda.