Un amigo saxofonista ha compaginado durante años su devoción por el jazz con una enorme afición a la música de baile, ejerciendo de DJ y dando conciertos en discotecas tocando sobre bases programadas. Contratado para un evento, le preguntaron que qué necesitaba por parte de la organización para poder actuar. Les pidió un reproductor de CD de DJ, una mesa de sonido, dos pantallas de amplificación y los cables correspondientes. Tamaña fue su sorpresa cuando, al llegar al lugar, se encontró todo el equipo que había pedido recién comprado, todavía dentro de sus respectivas cajas selladas con el precinto. Por fortuna llegó con tiempo y por fortuna también tenía experiencia montando equipos, tarea que tuvo que llevar a cabo antes de empezar a tocar y/o pinchar una sola nota.
martes, 17 de mayo de 2016
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