martes, 19 de octubre de 2010

Reflexión #1 - Ser músico de jazz en Madrid


Mis últimos viajes han incluído dos ciudades, Estambul y México D.F., que rebosan música. Se escucha en infinidad de bares, pubs, restaurantes y otro tipo de locales. Cantautores, teclistas y cantantes, bandas folclóricas, grupos de jazz... En estas dos urbes un músico puede pasar gran parte del día tocando, sumando experiencia e incluso ganando algo de dinero.

Es inevitable comparar ambas situaciones con las de mi Madrid natal, donde las regulaciones municipales han sumido a la profesión en una especie de clandestinidad. Encontrar un lugar donde poder expresarse es cada vez más difícil, y la reciente oleada de cierres de locales (a destacar Colonial Norte y Bogui Jazz) en base a una legislación represiva, absurda y pésimamente gestionada ha ejercido un efecto de amenaza hacia los propietarios de recintos, cada vez más reacios a dar cabida a semejantes eventos.

Si inevitable es comparar las situaciones, también lo es comparar a los intérpretes. Me asombra sobremanera observar a los músicos mexicanos que actúan por los restaurantes. En muchos casos no ofrecen una técnica depurada, cantidad de recursos ni un gran nivel armónico, pero se desenvuelven con extrema naturalidad, con muchas tablas, con oficio. ¿Cómo vamos a tener oficio en Madrid si no podemos ejercerlo?

Lo único que ejercemos, de momento, es una resistencia pasiva en forma de paciencia. Tarde o temprano la situación cambiará, o eso queremos creer. La solución, de entrada, y por poco creíble que parezca, en las urnas.


martes, 5 de octubre de 2010

Jazznécdota #3 - Saxoa

Un amigo de Madrid, saxofonista, tocó hace meses con una banda en Euskadi. En la prueba de sonido, el técnico fue llamando por el micrófono a cada uno de los instrumentos para sonorizarlos de forma individual. En el caso de la batería se suele tratar cada elemento del kit de forma separada (bombo, caja, cada uno de los platos... A veces a los dos tambores situados en la parte superior se les denomina "tom 1" y "tom 2", o bien "tom a" y "tom b"). Al llegar su turno, escuchó: "¡saxoa!" ("saxoa" significa "saxo" en euskera), pero creyó escuchar "saxo a". Como en ese concierto no iba a utilizar el saxo soprano (su segunda elección habitual), y pensando que el técnico de sonido esperaba que hubiera un "saxo b", le comentó: "¡No, no, hoy sólo voy a tocar el tenor!".