Aunque nuestro objetivo principal sea intentar comunicar nuestras propuestas a un público receptivo, los que hacemos jazz debemos conformarmos en muchas ocasiones con amenizar fiestas privadas, bodas, cenas de empresa u otro tipo de eventos. Se gana algo de dinero y no se pierde contacto con el directo, pero en algunas ocasiones no se trata de situaciones artísticamente gratificantes.
Hace unos meses actué en un restaurante en un pueblo de Ciudad Real, a dúo de trombón y contrabajo. A pesar de lo inusual de la formación, musicalmente funcionó bastante bien. No debió pensar lo mismo una animosa comensal, que al final del concierto nos comentó:
"Menos mal que habéis parado ya, me estaba rallando la trompeta esa. Anda que el del violonchelo...".
Hola Arturo. Aquí tienes a otro seguidor de tu blog. Con solo dos anécdotas ya me has cautivado y espero con ansia que llegue la tercera. Enhorabuena por crear un blog con tanta personalidad. Los aficionados al jazz te estamos muy agradecidos.
ResponderEliminarLa anécdota de la trompeta y el violoncello es, desgraciadamente, más habitual de lo que podríamos pensar.
Una tal R. (prefiere quedarse en el anonimato) sobre Miles Davis en su versión de "Human Nature" (Michael Jackson): "Qué saxofonista más malo, no?"
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