Actuar ante el Papa debe ser el evento más importante en la vida de un músico católico. Recientemente me contaron que, ante una de las visitas del pontífice a una gran capital, uno de los músicos seleccionados se preparó concienzudamente con suma devoción. El día del concierto se levantó, encendió la televisión y vio al Papa en directo mientras el grupo tocaba... sin él. Se había quedado dormido.
Ese día cambio a Dios por Morfeo.
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